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Un poco de Historia...
El ruido de los caballos, los perros y los hombres se hace ensordecedor. Los gritos de las vocerías que avanzan sin perder la línea con sus respectivos flancos atacan, una por la Fonfría, otra por la Camorca, otra desde Peña Citores y así van cerrando el amplio valle de Valsaín. La osa se revuelve en su encame, hace horas que los oye pero es ahora cuando por fin los huele. No hay animal en el bosque que no salte de su escondite, sin embargo, el rey y sus monteros esperan dejando pasar a las pequeñas bestias. Sólo dos piezas tienen sentido para ellos, buscan al oso y el jabalí, los grandes venados, para darles muerte con sus lanzas y flechas. La vieja osa se debate dando zarpazos a los perros, algunos caen muertos, fulminados por sus garras, pero son demasiados, terminan agarrándola por las orejas, el rabo, el hocico, las patas…, ella ya sabe que se aproxima su fin. Una certera lanza le atraviesa el corazón entrando por debajo de su pata delantera, es el rey, que es coreado por sus monteros. Esta noche habrá celebración.
Sitúese el lector en los montes de Valsaín, durante la alta edad media, cualquiera de los monarcas de castilla aficionado a la caza sabía por sus monteros de este espléndido monte. Recoge el libro de la Montería de Alfonso XI, rey de Castilla, escrito en la primera mitad del siglo XIV, en su repaso por los mejores montes de la península la archiconocida frase sobre los montes de Valsaín: “Val Sauin es muy Real monte de Osso e también de Puerco en verano, e alas vezes en inuierno”
Son efectivamente sus grandes valores naturales los que hicieron condensar las miradas, primero de los reyes de Castilla aficionados a la venatoria, y posteriormente de los reyes de España.
Quedan, no obstante, pocos indicios de sus antecesores. Parece que ni Arévacos por el norte, ni Carpetanos por el sur, ni ninguna otra tribu celtíbera estableciera su poblado en estos inhóspitos montes. La primera huella que encontramos se refiere a los romanos, que ya eligen, con su ingeniería directa y sin temor, la ruta de paso por el puerto de la Fuenfría, creando la calzada hoy visible en algunos tramos y puesta en valor en el año 2015. Parece que los árabes tampoco se decidieron por estos bosques muy proclives a escaramuzas, ejerciendo la Sierra de Guadarrama de frontera de sus reinos ya por tiempos de Abderramán III (950 d.C.). Reconquistada la sierra y llevado el límite del reino más allá de Toledo, por un Alfonso VI que aprovechó la desunión de los reinos de Taifas, los montes de Valsaín quedan de nuevo tranquilos para el uso y disfrute de los monarcas.
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Fue Enrique IV de Castilla (1425-1474), que quizá, debido a su apodo, disponía de las fuerzas íntegras para perseguir a las bestias por estos fabulosos bosques y consolidar la casa del Bosque, en Valsaín, que ya fundara su abuelo Enrique III, también gran apasionado del “arte” venatorio. Fue precisamente Enrique IV el que tras salir airoso, por haberse encomendado a San Ildefonso, de un lance de caza bastante comprometido, el que erigió una pequeña ermita en el territorio denominado Casar del Pollo, por la que pagó 500 maravedíes. Cerca de esta ermita dicen que criaba las fieras que luego perseguía con saña por los tupidos bosques. Fue con Felipe II (1527-1598) cuando la casa del Bosque de Valsaín se tornó palacio, por mediación del buen hacer del arquitecto Gaspar de Vega. Tanto aprecio tomó Felipe II a su palacio, que Valsaín vio nacer a su hija Isabel Clara Eugenia que gobernaría los Países Bajos. Dese cuenta el lector, que en los tiempos en los que en España no se ponía el sol, el monarca, con frecuencia, cerraba el ojo en Valsaín. También fue Felipe II el que mandara construir una casa con espectaculares vistas de los montes para descansar del ajetreado camino, conocida como la casa Eraso que sirviera de descanso a una parturienta Isabel de Valois y del que hoy apenas quedan algunos trozos de pared y cuyos pinos hoy impiden ver las fabulosas vistas que enamoraron a tan poderoso monarca. Además la venta de la Fuenfría, que durante cientos de años estuvo ubicada en estos parajes, seguramente procedente de algún establecimiento previo de los que ordenó construir Alfonso X El Sabio por todo el país para solaz del viajero. Llegaría a tener esta venta fama en su tiempo, ya que fue Cervantes el que situara el nacimiento de Rinconete, del relato de sus Novelas Ejemplares, en esta alberguería.
Anteriormente los Reyes Católicos habían donado la ermita de San Ildefonso a los monjes jerónimos del monasterio segoviano del Parral que crearon allí una granja. El palacio de Valsaín permaneció activo hasta finales del siglo XVII, en el que un terrible incendio lo dejó en estado ruinoso. Fue Felipe V (1683 – 1746) el que fijó su vista de nuevo en estos bosques y en concreto en la ermita de San Ildefonso y la granja que allí tenían los monjes. Impactado por la enorme belleza de la zona, les compró la granja y la ermita y mandó edificar un palacio barroco, que fue ampliando sucesivamente y unos jardines que pudieran recordar a los del desaparecido Palacio de Marly, un palacio-retiro para el rey Luis XIV, que miniaturizó los jardines de Versalles de los que huyó de tanta intriga y hastío. Aún hoy, han perdurado unos preciosos jardines que anualmente reciben una buena cantidad de turistas que admiran sus árboles y sus flores, quizá olvidando que aún siendo estos de una gran belleza, sin duda, lo mejor y lo que hizo que aquí se crearan, está fuera de sus muros.
Alrededor de este palacio, de su mantenimiento, de sus cortesanos y de su vida principalmente veraniega, ya que ha sido utilizado por los reyes como palacio de verano hasta el reinado de Alfonso XIII, fue surgiendo una auténtica villa real, que hoy día recupera, aunque sólo institucionalmente el prefijo de Real Sitio, creado en su nacimiento en 1811 y perdido durante la segunda República, recuperado ahora sin perder de vista la importancia y la exclusividad que confiere lo Real de cara al turismo pretendido. Pensamos desde aquí que no por Real, se debe olvidar lo granjero, ya que es evidente que los habitantes de este pueblo serán descendientes de cortesanos y no de monjes, mas no debemos olvidar el origen de este Real Sitio, y la enorme belleza y diversidad de esta “granja” de grandes árboles y fabulosos animales.
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El hecho de poseer estos bosques un palacio veraniego los ha hecho escenarios de importantes acontecimientos históricos, como la abdicación de Felipe V, la abolición de la Ley Sálica o la Sargentada, el motín del ejército y la Guardia Real por el cual, hacen a la regente María Cristina reinstaurar la constitución de 1812, punto final al último régimen absolutista de un monarca en la historia de España y que también se encargan de conmemorar cada año los amigos de La Sociedad Castellarnau.
No siempre se puede hablar de que los montes de Valsaín, tuvieron el buen aspecto que hoy presentan, ya que el hacha, el fuego y el diente del ganado, los fue mermando poco a poco. Fue Carlos III (1716 – 1788) el que compró una gran extensión de esta sierra que comprendiera los montes de Valsaín, los de Riofrío y la mata del Pirón, para el desarrollo de sus prácticas venatorias. Es en las escrituras de los montes de Valsaín a la corona donde se puede apreciar el alto grado de degradación que tenían por aquel entonces algunas partes de los montes. No en vano habían sido muchos años de talas indiscriminadas. El Palacio Real de Madrid y el del Escorial, por poner algún ejemplo, llevan maderas de estos bosques, también de abuso en el pastoreo, especialmente dañino el cabruno, y de furtivismo, siempre perseguido, pero no siempre controlado, y la puesta en marcha de la importantísima fábrica de cristales que demandaba leña para surtir de vidrio a edificios tan famosos como el palacio del Buen Retiro, hoy en día en su mayor parte desaparecido, los que habían dañado quien sabe hasta qué punto estos maravillosos montes.
Fíjese el lector, que habíamos dejado a Carlos III comprando los bosques en 1761 por 4.450.000 reales y 28 maravedíes. Fue este monarca el que los acotó con mojones dejando las líneas de cumbres sin cubrir a excepción de la de Siete Picos que era la única a la que llegaban los pinos. Se siguieron con las concesiones en materia de leña y pastoreo a los vecinos de la Comunidad y Tierra de Segovia, pero esta vez con serias restricciones orientadas a propiciar la regeneración de los bosques.
Dejamos en las manos reales los bosques regenerándose y viajamos en el tiempo hacia delante hasta otro punto duro para los montes de Valsaín, se trata de la desamortización de Mendizábal, un proyecto utópico que en 1836 el ministro de la regente María Cristina pretendió llevar a cabo, que consistía en arrancar de las manos que no la trabajaban, generalmente iglesia y nobleza, las tierras no productivas que se habían acumulado bajo la mano muerta de dichas instituciones a lo largo de los siglos por diferentes razones. El propio Mendizábal no pudo seguir su proyecto pues fue rápidamente destituido y la organización, creación de los lotes y venta fue encomendada a comisiones municipales, en su mayor parte corruptas que crearon lotes excesivamente grandes para ser adquiridos por particulares dejando a nobles y ricachones el poder de la compra de grandes y pequeños lotes. Esto fue especialmente dañino, para muchos bosques pues, primero no se consiguió el fin de mejorar la calidad de vida del campesino, creó de nuevo grandes terratenientes, y fue un desastre medioambiental grande pues una buena parte de esos burgueses adinerados y algunos vecinos que juntaron sus ahorros para comprar otros lotes, atendiendo a ese refrán tan español de pájaro en mano…., cortaron a matarrasa algunos de los mejores bosques y fincas que se conocían para ingresar rápido un dinero sobre algo que nunca más produciría. ¡Qué paralelismo con la España del ladrillo y las transferencias realizadas a los ayuntamientos!
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Posteriormente hubo más desamortizaciones como la de Espartero, y cuando este fue regente la de su ministro Pascual Madoz, algo más controlada que la Mendizábal, pero mucho más dañina para los Montes de Valsaín que la primera. En un magnífico artículo, el Doctor Ingeniero de Montes D. Ignacio Pérez-Soba Diez del Corral titulado 'El escándalo de las ventas de Valsaín (1869-1879): los montes de Valsaín en la Desamortización de Madoz', escrito por él y publicado en Estudios Segovianos (ver Bibliografía abajo), trae a la luz la desgraciada historia de la venta de hasta 17 matas de roble, pertenecientes a los Montes de Valsaín, que tuvo lugar entre 1870 y 1871, ya que una ley de 1869 hizo desamortizable la parte de las matas de melojos (aunque existía una ley previa de 1865 que impedía la venta de los Montes de Valsaín a particulares), y que, pese a las presiones, no fue vendido el pinar, pues una ley de 1863 salvaba los bosques de robles, hayas y pinos. También nos muestra en este trabajo, la figura de un, hasta dicho artículo, anónimo ingeniero de montes D. Roque León del Rivero, que fue la persona a la que le debemos la recuperación de la mayor parte de estos montes desamortizados, ya que fue él, quien viendo la irregularidad de sus ventas y el futuro incierto que les esperaba a estos interesantísimos bosques, el que lo denunció. La prensa de la época ayudó a publicar el escándalo de las ventas de estos bosques a personas vinculadas con el general Serrano, por aquel entonces Regente del Reino (fíjese el lector nuevamente en las similitudes entre la corrupción pasada y presente de este País incorregible), y hubo varias sesiones en Las Cortes en las que se hizo referencia a dichas ventas. Gracias a este ingeniero de montes y su labor altruista, desinteresada y casi desconocida, volvieron a restaurarse en 1874 la mayor parte de estas matas a la Corona, aunque algunas ya debidamente taladas a matarrasa por los compradores que empezaban a oir las campanas que anunciaban que debían ser devueltas. Hubo algunas excepciones como de la matas de Pirón, las de Navalosar y la Saúca, que por razones que se desconocen no fueron restauradas a La Corona a pesar de que todo indica que así tenía que haber sido, ya que fueron desamortizadas irregularmente de la misma manera que las devueltas. En esta última, la Saúca, para vergüenza y “orgullo” de sus propietarios, estos prohibieron el tránsito de caminantes y ciclistas impidiendoles disfrutar de la contemplación de sus riquezas botánicas y faunísticas (que alguna esconde), convertida en zona intensiva de caza de faisanes y jabalíes. No obstante, gracias a las presiones públicas de grupos ecologistas y amigos de los caminos y el senderismo, el Ayuntamiento de San Ildefonso se comprometió a abrir los caminos tradicionales que discurren por la misma, pero, en un duro mazazo para los que amamos estas tierras y tras una primera sentencia en el que se afirmaba, gracias a los documentos presentados por Ecologistas en Acción, que el camino de la Pedrona que transcurre por dicha Mata era de propiedad pública, recientemente la Audiencia Provincial dictó una sentencia que contradecía la primera dando al camino la titularidad a los propietarios de la Mata de la Saúca. Y es que en esta vida lo legal no es siempre justo. En la Mata de Pirón, todavía existen caminos que muestran el cartel de prohibido el paso. ¡Dichosas desamortizaciones y dichosos terratenientes!
Si retornamos al pasado las construcciones de las carreteras que cruzaban la Sierra de Guadarrama por sus pasos de Guadarrama, por parte de Fernando VI (1713 – 1759), reconvertido en el puerto de Los Leones de Castilla y, posteriormente el de Navacerrada con Carlos III dejó, prácticamente en desuso el antiguo paso por la Fuenfría y por tanto en el olvido sus antiguas ventas y alberguerías.
Son estos montes los que ven desde mediados del siglo XIX la llegada de numerosos entomólogos, geólogos, botánicos y geógrafos. Destacando entre ellos la figura de un hombre, un ingeniero de montes, que curiosamente se vanagloriaba de no haber marcado árbol alguno para su corta y que desarrollo uno de los estudios más revolucionarios para la época, como es su Estudio Ornitológico del Real Sitio de San Ildefonso y sus alrededores, que por primera vez relacionó las aves con su ecosistema. Su nombre Joaquín María de Castellarnau. No fueron pocos los entomólogos que desfilaron por estos pinares capturando y catalogando los insectos que aquí encontraron, desde el célebre Ignacio Bolívar, a Pérez Arcas, pasando por sus discípulos, Martínez y Sáez, Uhagón, Manuel Martínez de la Escalera, etc... También fueron muchos los botánicos que recorrieron los montes de Valsaín herborizando la Sierra de Guadarrama, algunos como Moritz Willkomm, Louis Leresche y Emile Levier o E. Lomax.
Entre los últimos acontecimientos históricos que vivió el pinar, se encuentra la llamada Batalla de La Granja, enmarcada dentro de la lamentable Guerra Civil, que vivió nuestro país. La Batalla de La Granja, que comenzó un 30 de Mayo de 1937, consistió en un ataque “sorpresa” sobre las posiciones nacionales, como desahogo de la dura ofensiva que estaba llevando a cabo Franco sobre el frente del Norte. Fueron tres intensos días, donde las ofensivas se centraron sobre lugares tan conocidos como Cabeza Grande, Cerro del Puerco, Cerro de Matabueyes o Cabeza de Gatos. En tan sólo tres días, la desorganización republicana, la falta de sorpresa y las tropas nacionales llegadas de Segovia y Valladolid, consiguieron parar la ofensiva y dejar probablemente más de 2600 bajas y un sentimiento de gran derrota en el ejército republicano. Aún hoy es posible ver restos de la guerra en los Montes de Valsaín algunos bien conservados. Después de esta frustrada ofensiva vinieron tiempos de tensa calma, donde destacó un grupo de hombres, deportistas y alpinistas republicanos que formaron el Batallón Alpino y que controlaron algunas de las más emblemáticas cimas del Guadarrama, pocas veces entraron en combate, pero el carácter deportista, romántico y juvenil de estas gentes así como su curioso atuendo donado por el ejercito ruso, hizo de este uno de los capítulos más atractivos de entre los aquí vividos.
Supuestamente dedicada a la Batalla de La Granja, Ernest Hemingway, escribió su novela “Por quién doblan las campanas”, publicada en 1940, y aunque, llena de inexactitudes en personajes, lugares y hechos reales, narra una bonita historia de amor entre un brigadista americano y una joven española. A Jordan, que así se llama el mozo de las barras y estrellas le encargan la misión de volar un puente, supuestamente de hierro, que el que aquí escribe pudiera situarlo como el Puente de la Cantina ¿?, no desvelaremos el resto de la trama pero tan sólo diremos que una de las obras cumbres de la literatura internacional, tuvo también su escenario en estos maravillosos bosques.
No existe un consenso general sobre el origen de Valsaín, algunos, como Breñosa y Castellarnau han querido ver el origen en la traducción del árabe Val de amelo, como Val Sabin, aludiendo al término valle de las sabinas, árbol prácticamente inexistente en estos bosques, aludiendo una posible confusión con su primo el jabino o enebro rastrero, que si que es común en el pinar sobre todo en sus zonas altas, donde el pino desaparece.
Pascual Madoz, elaboró otra teoría, en la que hablaba del nombre romano que tuvo este valle, que fuera Vallis sapinorum, traducido como valle de los abetos, de nuevo un árbol inexistente en el pinar, pero al que alude primero, como una posible equivocación entre pinos y abetos, y luego tomando los textos de Plinio el Viejo, que habla de sapinus como pinos altos y rectos utilizados para la construcción. Nada hay claro, sobre el nombre, ni sobre el origen del pueblo de Valsaín ni el de sus pobladores, aunque algunas teorías hablan de un posible origen vasco (Balsaín).
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Y Mucha Naturaleza...
Los Montes de Valsaín están formados, en realidad, por dos montes, el Pinar y las Matas, se trata de dos valles paralelos con orientación sur-norte, con una anchura media de 6 Km. y una longitud aproximada de 9 km. La altitud de la zona varía desde los 1100 m.s.n.m. en los que se sitúa La Granja de San Ildefonso hasta los 2125 de los Siete Picos o los 2428 de Peñalara que cierra el valle principal por le este y que consituye su máxima altitud. En total son 10.337 hectáreas de pura naturaleza (antes eran 10.688 hectáreas pero se devolvieron algunas a sus legítimos propietarios), repartidas entre los pinares del Monte Pinar y los robledales con pinos y encinas del Monte Matas. Estos montes de naturaleza silícea descansan sobre un substrato de gneises muchos de ellos de una gran belleza, y de granitos, y son regados por unas precipitaciones que van desde los 885 mm. de las zonas bajas a los 1170 mm. de las cumbres.
Los pinares de Valsaín contienen el mayor número de figuras de protección que puede contemplar un área natural en Segovia, ya que 3.326 hectáreas de ellos pertenecen al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, las 7.011 hectáreas restantes pertenecen a una figura propia que se denomina Área de Especial Protección del Parque Nacional (creada ad hoc para poder compatibilizar la gestión forestal comercial, algo prohibido en la legislación de los Parques Nacionales, con la figura de Parque Nacional y, salvando esa gestión forestal comercial, se supone que el resto tiene las mismas atribuciones que las del Parque Nacional), pertenecen en su conjunto también al Parque Natural de la Sierra Norte del Guadarrama), son Zona de Especial Protección para las Aves (Z.E.P.A.) y Lugar de Interés Comunitario (L.I.C.) por los valores naturales que atesoran, son Área Crítica del Águila Imperial (Sg-3) por las tres parejas de dicha rapaz que crían en su interior, también contienen el Sitio Natural de Interés Nacional del Pinar de la Acebeda y por último están dentro de la recientemente declarada Reserva de la Biosfera del Real Sitio de San Ildefonso-El Espinar.
Contiene una flora espectacular compuesta por, al menos, 869 especies de plantas vasculares que han sido citadas en los estudios realizados y que, si bien algunas especies no han sido confirmadas posteriormente e incluso pueda tratarse de errores en la identificación, esta cifra puede compensarse con aquellas que sabemos que están y aún no han sido citadas por lo expertos en dichos estudios debido a la gran dificultad que conlleva el cerrar un catálogo florístico completo. Algunas de estas plantas son de especial interés, y componen casi dos tercios del conjunto total de plantas que se estiman en la Sierra de Guadarrama.
Tampoco es menos espectacular el número de especies animales, que suma al menos 210 especies de animales vertebrados y 570 de insectos (la cifra real fácilmente doblará este listado), destacando el grupo de aves con más de 150 especies, de las cuales más de 100 son nidificantes, 45 especies de mamíferos, de las cuales al menos 15 son murciélagos, algunos de un interés especial, también están citadas 15 especies de reptiles y 10 especies de anfibios y en los ríos que cruzan estos montes existen al menos 5 especies de peces, donde destacan por su abundancia, truchas, gobios y bermejuelas.
Los Montes de Valsaín cuentan con numerosos ecosistemas que posibilitan la gran diversidad que hemos comentado, entre los más destacables podríamos comentar,
- el encinar con sus cantuesales como etapa de degradación
- el melojar con sus estepares como etapa de degradación
- el pinar
- el piornal
- los céspedes de cumbres
- cervunales
- los roquedos
- los cursos de agua
Actualmente el Pinar de Valsaín goza de buena salud, habiendo conseguido certificaciones medioambientales (el FSC en febrero de 2005 y el PEFC en noviembre de 2004) y siguiendo un Sistema de Gestión Sostenible, siendo responsabilidad del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, y gestionado por el Organismo de Montes y Aserradero de Valsaín, este último tuvo que cesar su actividad por motivo de la crisis, recolocándose su personal en otras actividades y actualmente es gestionado por manos privadas en un acuerdo firmado a finales de 2014 por Parques Nacionales y una unión temporal de empresas.
La gestión del monte se basa en el aprovechamiento maderero del mismo, ya sabrá el lector que lo que no da dinero no interesa al ser humano, pero si podemos decir, que además de buscar el beneficio para la zona (empleo y bienestar), también se persigue la protección del mismo, y lo que parece, en principio fines incompatibles, se conjugan en Valsaín dando, en términos generales, un gran resultado, sobre todo para aquellas especies emblemáticas como el buitre negro o el águila imperial, cargadas de prestigio y ayudas, mientras que para otras más modestas igual hemos llegado tarde (acuérdese el lector que cuente ya con más de treinta primaveras del Desmán de los Pirineos, que nos trajera a la luz Félix Rodríguez de la Fuente, y cuya especie fue definida a la ciencia precisamente con algún ejemplar traído de estos montes).
Para el aprovechamiento forestal se divide el pinar en cuarteles o zonas. 25 han salido, en su mayoría destinadas a la producción de maderas, aunque hay uno que no se explota para estudiar el resultado de un pinar maduro cuasi natural (excelente iniciativa) como es el de la Umbría de Siete Picos, y otros destinados al recreo, pastoreo o protección de especies.
Se talan además pinos laricios, robles melojos y encinas. En cuanto al pino la explotación se hace mediante aclareos del pinar y resalveos del robledal. La edad de corta del pino es de 120 años (para algunos en lo mejor de la vida, aunque, lo más probable, es que con la llegada del Parque Nacional se pida alargar la vida de los pinos silvestres a 140 ó 160 años). Una estupenda iniciativa protectora es la de no molestar a las especies protegidas en sus zonas de nidificación manteniendo radios de seguridad en torno a los nidos de estas especies, donde no se realiza actividad alguna en época de nidificación.
La madera del pino silvestre se vende con el sello de calidad Maderas de Valsaín, gozando de un gran prestigio.
En cuanto a la protección del pinar, está confiada por un buen número de agentes forestales que protegen con celo estos grandes bosques, como hemos podido comprobar aquellos que en alguna ocasión hemos querido realizar alguna fotografía de los moradores del pinar, que hace que, cuando se permitía la caza, tristemente fuera más fácil llevar una escopeta en estos montes que un teleobjetivo. Aunque claro, esto es simplemente culpa de la ley o falta de ella, ya que ellos son unos excelentes profesionales. Existe algo de furtivismo, no obstante en la zona, que imaginamos que se verá incrementado con la prohibición de la caza dentro de los límites del Parque.
Sin embargo, no todo es maravilloso en estos Montes. Los que conocemos estos bosques desde hace ya bastante tiempo, hemos observado como la declaración de Parque Nacional y la promoción turística que se está haciendo del mismo encaminada a llevar a visitar a todo tipo de público este lugar, ha acrecentado exponencialmente un problema muy serio como es el del uso público. Se han fomentado, de momento, en gran medida las infraestructuras destinadas a atraer a este espacio a cantidades cada vez más ingentes de personas, se han concedido permisos para eventos deportivos bastante multitudinarios que atraviesan, en ocasiones, delicados ecosistemas, casi únicos en la Sierra de Guadarrama, se han publicitado rutas para grupos y ciclistas y se ha abierto la veda a nuevas formas del llamado turismo activo. Muchos de los guadarramistas que vimos en la creación del Parque Nacional una forma de darle a la zona la máxima protección contra los desmanes del ladrillo y de la España de la corrupción, vemos espeluznados como el santuario que defendíamos se está convirtiendo en el más grande parque de atracciones natural. Vemos también cómo la finalidad última que debiera tener la máxima figura medioambiental de este País, que debiera ser la protección de los valores naturales de éste, parece haber sido relegada a una posición secundaria. Y, es que, amigos, sí, se puede morir de éxito y como no se regule y se gestione con honestidad y dando prioridad al medioambiente en vez de al euro, estamos encaminados a destruir aquello que tanto hemos amado. Que todos los habitantes del Parque Nacional tienen derecho a poder ganarse bien la vida y a estabilizar una población que, en algunas profesiones tiende a la extinción, es tan obvio, como también lo es el hecho de que el equilibrio está en el justo medio y es un equilibrio muy delicado y que los recursos se deben explotar (que fea expresión) de una manera honrada y responsable o simplemente dejarán de interesar, porque perderán lo exclusivo, lo bello o lo singular. Y que el hecho de que acaben, estos bosques, siendo algo sucio, masificado, erosionado y sin gran valor, es una posibilidad cada día más cercana si no se hacen las cosas con rigor y con el corazón. Desde aquí apelamos a los habitantes del Parque, a los políticos, a los guardas, a los técnicos y gestores medioambientales, a los ecologistas y a todas las personas relacionadas con estos hermosos Montes a encaminar sus actos con honor, con máximo respeto al entorno, no dejándose llevar por las presiones ni por los intereses meramente espurios, a no ser "cortoplacistas" y avariciosos y, sobre todo, a cuidar de aquello que aman y de lo que viven o podrán vivir ellos y los hijos de sus hijos.
Admirémonos del lector que llegó hasta aquí y comprometámonos con él a generar, en cuanto el tiempo y la salud lo permitan, algunos espacios monográficos sobre diferentes cuestiones de los Montes de Valsaín, que nos ayudarán a comprender mejor estos bosques que un día enamoraron a los reyes y que hoy podemos disfrutarlos, amarlos y conocerlos casi con el mismo espíritu salvaje como fueron descubiertos.
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Para saber más acerca de Los Montes de Valsaín:
Jesús Tornero Gómez
Edita: O. A. Parques Nacionales © 2005
- Los Montes y el Valle de Valsaín
Juan Fernando Vidal Bravo, Francisco Heras Hernández, Javier Donés Pastor
Edita: O. A. Parques Nacionales © 2004
- Memorias del Guadarrama. Historia del descubrimiento de unas montañas
Julio Vías Alonso
Edita: Ediciciones La Librería © 2002
- La Batalla de La Granja. Historia de un enfrentamiento olvidado
Héctor Monterrubio Santín, Eduardo Juárez Valero
Edita: Librería Ícaro © 2008
- El Batallón Alpino del Guadarrama
Jacinto M. Arévalo Molina
Edita: La Libería © 2006
- Sierra de Guadarrama. Fauna y Flora
Juan Antonio Rodríguez Llano
Edita: Editorial Rueda S.L. © 2006
- Libro de la Montería de Alfonso XI
Gonzalo Argote de Molina
Edición facsímil. © 1582
- Guía y Descripción del Real Sitio de San Ildefonso
Rafael Breñosa y Joaquín María de Castellarnau Edita: Ícaro (La Granja) © 1991
- Estudio de la Flora de los Montes de Valsaín
Ramón Alegría Delgado Edita: Colección Naturaleza y Medio Ambiente. Obra Social y Cultural de Caja Segovia. © 1997
- Estudio de la flora del entorno de la Casa de Valsaín (Segovia)
Federico Faci Miguel Trabajo fin de carrera. 117 pp. Facultad de CC. Biológicas. Universidad SEK. Segovia © 2002
- El escándalo de las ventas de Valsaín (1869-1879): los montes de Valsaín en la Desamortización de Madoz
PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, Ignacio Estudios Segovianos, tomo LV, n.º 112, pp. 555-590. © 2013
En Internet:
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